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BAJO LA PIEL
Tengo un hormiguero bajo el páramo triste de la piel. Sus pobladores
trajinan intempestivos, sin preguntarse si alguien acudirá a rescatarlos. Un
temblor continuo evidencia su vocación de recorrerme a diario. Completan el
mapa de la memoria de mi decrepitud. Pago tributo, acepto, no hago drama; la
queja pertenece a los débiles. Previsibles y oscuras, cobijadas bajo las
escamas, las hormigas deshojan las horas. Se agitan como un denso río sin sangre. Son
el trampantojo de una arteria empapada de negro.
(Cuentos diminutos)
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