sábado, 2 de diciembre de 2023

JUAN SUÁREZ. LAS COSAS NEGADAS

Las cosas negadas
Juan Suárez
Editorial Cisne Negro
Poesía nº 17
Edición al cuidado de Frances Simán
Ilustración interior de José Luis Quesada
Tegucigalpa, Honduras, 2023

 

RAZÓN DE RESISTENCIA

 

  La celebración, en noviembre de 2023, del XV Encuentro internacional de Poesía Paralelo O convocó en Quito y otras localidades ecuatorianas a más de sesenta voces del mapa literario actual, bajo la dirección de Xavier Oquendo Troncoso y el eficaz trabajo de un selecto equipo de colaboradores. En el plantel organizativo sobresale Juan Suárez (Quito, 1993), coordinador literario del evento, poeta, editor del sello “El Ángel editor” y Licenciado en Comunicación y Literatura por la Pontificia Universidad Católica de Ecuador (PUCE) con una investigación sobre la poética de la enfermedad en el quehacer creativo de la escritora, crítica y periodista Ileana Espinel (Guayaquil, 1931-2001). El poeta completó los estudios de Maestría en la Universidad de Salamanca, bajo la dirección de la poeta, investigadora y  profesora titular de Literatura Hispanoamericana María Ángeles Pérez López.
   Es autor de Lluvia sobre los columpios (2014), Hacen falta pájaros (2016), Nos ha crecido hierba (Finalista premio Nacional de Poesía Paralelo O 2018) y El nombre del Alba (Nueva York Poetry Press, 2019). Son títulos que conforman una fértil trayectoria con sitio en balances generacionales como Seis poetas ecuatorianos (Editorial Caletita, México) y en la muestra de lírica española actual Y lo demás es Silencio Vol. II (Madrid, 2016). Así mismo su poesía está presente en el compendio de poetas ecuatorianos «Voices form the center of the world» realizado y traducido al inglés por la poeta estadounidense Margaret Randall.
  En Las cosas negadas, tras la emotiva dedicatoria, una cita de Louise Glück, Premio Nobel de 2020, entronca la propuesta escritural de Juan Suárez con una estética figurativa cuyas coordenadas básicas entrelazan incursiones autobiográficas, el fluir insomne de la observación que se asoma la crónica social y la relación entre el lenguaje y los paisajes interiores de la subjetividad. Así se vislumbra en la obertura fragmentada “Este es nuestro sitio”, a la que pertenecen estos versos: “A veces nos asomamos a la vida / y parece un carnero / que mastica las hierbas que germinaron / cuando el bosque de la esperanza fue quemado. / A veces, / nuestra sangre derrite el granizo en las veredas. / Así seguimos, / buscando, en la geometría más feroz, / la ternura”.
  El autor rastrea en el poema las anotaciones de la evocación. La existencia amanece como un despliegue de conocimientos y cicatrices que se adhieren a la piel del tiempo. Los recuerdos trazan un inhóspito laberinto de sensaciones. Sus signos recobrados alzan sobre los pilares de la memoria un lugar pretérito, nunca idealizado. Muestran un perímetro de lejanías que comparten presencias marcadas por la pobreza, el desarraigo y el tedio que, poco a poco, van conformando la educación sentimental del niño. Un pactado aprendizaje de silencio y soledad que moldea en el discurrir una percepción singular de la existencia.
  En el tramo inicial, la muerte se cimenta como tema esencial. La ceniza aguarda. Los ausentes parecen respirar en medio de la existencia diaria, como si estuvieran petrificados e intensificaran sus conexiones con el entorno reclamando, entre la lluvia de los días, un espacio vacío. Pero este hilo argumental deja sitio a otros elementos que someten al pensamiento a un despliegue de recorridos, a una eclosión de encuentros y destellos emotivos recostados en el sedoso tejido de la imaginación.
   En el recorrido del protagonista verbal lo contingente se impone con fuerza inexorable; hace del anecdotario vital una senda de pérdidas y cicatrices, un poblado periplo de inquietudes que exige a la conciencia que aprenda a sobrevivir, que se refugie tras una razón de resistencia, lejos del tedio y la conmiseración: ”A los que el Gran Escriba de la historia / ha negado una página, /      poesía, / hazles saber que alguien piensa en ellos, / que se los siente caminar / por las enmohecidas calles del alma”.
   Desde esta solidaridad que siente próxima la tristeza sombría de las escombreras, el poema se aferra a las respuestas de un destino sin luz. No quiere inspirar misericordia. Reivindica su derecho al olvido, su inventario de cosas negadas, con la piel áspera y tocada por el frío. Más allá del derrumbe, habita en las palabras la fragilidad de una esperanza. La voz suena a lluvia lenta que moja y tonifica la memoria. En Las cosas negadas Juan Suárez vuelve sobre los días para hablar consigo, para recordar que dentro del ahora habitan un niño, una genealogía de sombras, una casa con luz donde reside una constelación de incertidumbre, un transitar de amanecidas que siempre llega tarde.
 
 

                                                                  JOSÉ LUIS MORANTE




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