Echo al fuego los restos del naufragio Pedro Ojeda Escudero Fotografías de Javier García Riobó El brut de los corazones solidarios Béjar, Valladolid, 2014 |
PAVESAS
La notable difusión digital del blog “La acequia” ha trazado un claro
perfil intelectual del profesor universitario Pedro Ojeda Escudero. Desde hace unos años, sus entradas en la red son un impulso continuo de lectura y
un soliloquio reflexivo sobre los titulares de la actualidad. Ahora presenta su
segundo libro, Echo al fuego los restos del
naufragio, que aporta en la edición con fines solidarios, junto a sus textos en verso y prosa, las imágenes de
Javier García Riobó.
No cuesta mucho enlazar la semántica del llamativo título con la sensación
de agravio que genera un tiempo detestable. La incontenible crecida enloda un
estuario de crisis individuales y sociales ante un futuro incierto que anula
alternativas e invita a la deriva de soluciones individuales y reaccionarias.
Desde este mirador de angostura, Echo
al fuego los restos del naufragio supone una indagación autobiográfica de
quien pretende saber las causas del naufragio con la lucidez de oír respuestas
que no aboquen al desamparo o a un litoral de pesimismo nihilista y sombrío.
Se ha escrito demasiadas veces que la poesía no sirve para nada, salvo
para conocerse mejor; por ello el profesor Ojeda Escudero arranca su periplo
indagatorio con un poema de partida: “Tras buscar un alma en ellos, / echo al
fuego los restos del naufragio”. Con ese tono directo y enunciativo, sin
hermetismos, los versos describen un entorno aterido donde lo temporal agita las
tercas huellas de lo vivido. Las cosas no tienen alma, pero hablan de quien
dejó en sus formas el tacto y la caricia.
La historia cultural, desde Grecia,
ha hecho del hombre medida de las cosas, así que resulta lógico abordar los
efectos de la crisis en la epidermis del protagonista verbal. El parte de
estragos y las manchas sombrías en la fachada de lo cotidiano son argumentos de
otros tantos poemas que transmiten el clima de fragilidad vulnerable; así lo
percibe la sensibilidad individual.
La lectura de lo real nunca es continua; se hace con secuencias al paso
en las que se alojan vivencias que van marcando la mirada. Somos para la muerte
y esa finitud del cuerpo va ausentando presencias que durante mucho tiempo
fueron refugio y compañía. Azaroso e imprevisible, el final de ciclo deja su rastro de
hospitales y dolor, su dignidad escrita en el silencio de quienes contemplan
los últimos latidos y su indefinición sobre el destino de cualquier existencia.
Ninguna
biografía traza una línea coherente; todos consumimos senderos que nunca
despejan el horizonte, que suman desplazamientos de ida y vuelta o itinerarios
sin estaciones finales. Pedro Ojeda Escudero describe su particular recorrido
por la incertidumbre, con el lirismo de quien sabe que en algún recodo está la
amanecida, un sitio de claridad y tierra firme que borrará los restos del
naufragio. Que aventará pavesas.
Gracias, José Luis. En este diario poético para tiempos de crisis he volcado muchas cosas que espero lleguen a los lectores. Como dices, además, la edición contribuye a financiar las acciones solidarias de la ONG SBQ
ResponderEliminarEs un placer acercarse a la lectura de tu libro, a esa equidistancia escrita entre la poesía y la prosa. Y es también muy acertado que dediques los derechos de autor a la ONG de Luis Felipe Comendador, el poeta más generoso que conozco, y el más entrañable. Un fuerte abrazo, amigo.
EliminarMe ha gustado mucho su comentario sobre el libro, aunque duele leer eso que sí efectivamente dicen quienes justamente nunca han sido sensibilizados "en" y "por" la poesía,de que la poesía no sirve para nada, nada más que para conocerse a sí mismo, y encima como si ello no fuera importante ¿no ?Muchas gracias y felicitaciones por su artículo.
ResponderEliminarEstimada Anabella, un abrazo de bienvenida y muchas gracias por el comentario. La poesía tiene efectos múltiples, pero reacciona de forma diferente según sea la sensibilidad del lector. Las palabras están ahí y corresponde a quien se acerca percibir su tacto. El libro del profesor Pedro Ojeda es emotivo y solidario, busca los desajustes y no permanece indiferente ante ellos. A mí me ha gustado mucho y espero que encuentre lectores como tú.
EliminarUn abrazo cordial.