Urgencia de lo minucioso Luis Ramos de la Torre Prólogo de José Luis Puerto Lastura Editorial Colección Alcalima de poesía Madrid, 2021 |
MATERIA EN TRÁNSITO
Casi desde la amanecida de su poesía, la música ha sido compañera de
viaje del quehacer creativo de Luis Ramos de la Torre (Zamora, 1956), Doctor en
Filosofía, cantautor, profesor jubilado e investigador de la obra de Claudio
Rodríguez, sobre quien ha preparado ediciones críticas. Ese marco expandido
adquiere en junio de 2021 un nuevo trazado al publicar Con los ojos del frío, una compilación de relatos donde se
manifiestan los ecos de lo cotidiano, esas mínimas historias protagonizadas por
identidades secundarias que muestran una lectura paradójica de lo existencial,
cuajada de rincones imaginarios.
Con la nueva entrega Urgencia de
lo minucioso retorna al cauce poético, con un eje de luz de José Luis
Puerto, quien muestra las cartas estéticas del poeta en el texto “De la poesía
como ofrecimiento”. Puerto percibe en la mirada del poeta zamorano un murmullo
de búsqueda, una inmersión en los linderos de las cosas al paso para apropiarse
de su calidez confidencial; de este modo, se abre una nueva perspectiva de
iluminación y transcendencia, que da sentido al decurso contenido de la
existencia.
Las cartas paratextuales dejan en primer plano citas de Olvido García
Valdés, Hölderlin y José Ángel Valente, voces con una apuesta clara por la
poesía reflexiva y metafísica, que alude a los rincones en sombra del yo
espiritual. La palabra define, trasciende la materia, se hace luz y reflejo
para aventar la penumbra cavernosa del tránsito.
El volumen Urgencia de lo
minucioso reúne más de sesenta poemas, escritos en poco más de un año, ya
que El dilema del aire, entrega con
la que el poeta obtuvo el Premio Ciudad de Salamanca, se editó en 2020. Tal
cantidad nos habla de una madurez poética muy fértil, que expande una fuerte diversidad
de intereses argumentales. Quien reconstruye el proceso poético del escritor vislumbra una lírica meditativa,
que opta por el poema breve y esencial. Con él clarifica la relación directa
del ser con el entorno, donde la naturaleza nunca pierde su carácter nuclear.
La compañía del entorno es ritmo y raíz, acorde vivo que acumula en silencio
mínimas notas de verdad y belleza, de las que el yo se hace testigo para
evocar, más allá de lo aparente, el dinamismo de la materia: “Miro el árbol
atento / su serenidad, su cima, / y
en la rama solo queda un único espía / un único testigo / de su hechura en el
aire contemplándonos, / el último fruto vigilante y sincero, / que enhebra con
el tiempo y con nosotros su cosecha”.
La mirada indagadora se mantiene alerta frente al vasto paisaje y los
meandros de lo contingente. Se hace vigilia y vértigo. El despliegue de
elementos en el entorno invita a la reflexión, postula la necesidad de recobrar
la mano tendida de lo cercano. El perfil del día insiste en el abrazo de luces
y sombras. Siempre andan cerca la incertidumbre y el destiempo del dolor, la
inercia de la niebla en la razón y esa intemperie gris que asola la esperanza.
Desde un ejercicio de resistencia llega la fuerza del poema: “Avivemos el horno
de lo minucioso, / la calera del alma, / lo claro y lo distinto ajeno / donde
se blanquea y purifica la herida. / Avivemos juntos, sin miramientos, / de una
vez, y sin más, la vida”. Los poemas de La urgencia de lo minucioso perciben
bifurcaciones complementarias. Las composiciones tienen un carácter único en su
forma de conectar sujeto y marco de representación de la existencia. En ellos
se retrata con trazos limpios una sensibilidad en grata convivencia con la
luminosa hechura de lo humilde, con esa discreta normalidad de lo telúrico que
invita a salir de uno mismo y asir la claridad y el burbujeo de lo perecedero,
ese abrazo del viento que sostiene las alas.
JOSÉ LUIS MORANTE
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