martes, 30 de mayo de 2023

MIGUEL ÁNGEL REAL. VIRTUDES DE LA INERCIA

Virtudes de la inercia
Miguel Ángel Real
Prólogo de Mónica Manrique de Lara
Lastura Editorial, Colección Alcalima de Poesía
Madrid, 2022

 

DESPERTAR


   En la primavera de 2023 el Festival Internacional de Poesía (Im)prescindibles, coordinado por Álvaro Hernando y con sede central en Moralzarzal (Madrid), nos daba la oportunidad de conocer en directo los poemas de Virtudes de la inercia (Lastura, 2022) de Miguel Ángel Real (Valladolid, 1965), Licenciado en Filología Francesa, traductor, poeta y catedrático de español con destino desde 1991 en el Lycée de Cornouaille de Quimper, en la Bretaña francesa.
  En su recorrido poético están las entregas Zoologías, libro de amanecida impulsado por Ediciones En Huida, Como dados redondos, aparecido en la editorial mexicana Cisne negro, la selección poética bilingüe Comme un dé rond y Les rébellions inútiles, una compilación de poemas en francés publicada por Ed. Douro. En los meses finales de 2022 amplía recorrido con Virtudes de la inercia, un poemario con liminar de la poeta Mónica Manrique de Lara. La introducción define esta quinta entrega como “un interno paisaje experiencial, espontáneamente reconocible y quizá, por este motivo, hipnotizador como un fuego”. Tan sugerente apunte refrenda que en la arquitectura lírica de Miguel Ángel Real habla fuerte el intimismo sentimental, definido mediante estratos vivenciales con la transparencia de lo emotivo. El sujeto interpuesto muestra una dolorosa lucidez en esos espacios gélidos que recorren la desesperanza y la soledad. La palabra entonces adquiere su propia metafísica, su refugio interior, donde la conciencia se confina.
   La introducción de Mónica Manrique de Lara es excelente. Crítica torrencial de implicación directa. No se trata de la aparición fugaz del compromiso amical sino de una lectura que percibe y expone, que intuye e interpreta la propuesta poética de Miguel Ángel Real como “despertar de un oculto letargo”.
   Desde una organización dual, se abren dos tramos líricos de similar longitud formal. El primero “Virtudes de la inercia”, tras una cita metaliteraria de César Vallejo, arranca con el poema homónimo que concede título al poemario. El hilo argumental enuncia una situación de partida que alude a soledad y desánimo, a paisaje después de la batalla:”ni me quedan fuerzas para aprender a apaciguar la pena”.
   Miguel Ángel Real comienza su andadura con una intensa reflexión vital que busca apaciguar el dolor y la incertidumbre que produce el fracaso de la convivencia. El yo poético se mira a sí mismo, empujado por la mano fría de la inercia, distante y gélida, aceptando que ella es la dormida silueta de lo incompatible. Todo es pasado en el ahora, un borboteo apariencial que disimula el tedio: “Qué hay, no sé, qué te haces, / da igual, cualquier cosa. / No tengo hambre, / dijo alguno. / Yo tampoco, fue la respuesta”. Todo alrededor se ha vestido con el esqueleto invertebrado de la espera. Todo se desdibuja en trazos desvaídos hasta crear el espejismo de que solo las palabras conceden vida y certifican alguna escapatoria de un presente que abre sus pasos a la desilusión. 
   El hilo argumental deja en su avance en este primer apartado el campo de visión de un laberinto de mentiras, de una simple historia de supervivientes que tejen la triste sombra de lo cotidiano. Los versos buscan la senda de regreso, esa sensación de estar de vuelta para encontrar refugio en las palabras y poder huir de una ciénaga gris de soledad y limo.
   El tramo final “Hacia la luz”, que arranca con una hermosa cita de Mario Benedetti que se hace reflejo de esperanza,  poco a poco se deshace la sensación de cansancio y soledad: “Poco me importa que el trébol /  tuviera tres hojas. / Lo encontré bajo la nieve. / Vivo “. La descarnada herencia del pretérito diluye formas en una prematura vejez. Hasta volverse olvido. Contra viento y marea los sentidos renacen y recobran la fe. Los espejos recobran la luz del mediodía, reaniman recuerdos y de pronto el mundo está bien hecho y se escucha su latir en otro marco, donde no hay sombras: “la palabra es germen, esencia de posible. / Sobre ella me reposo para llegar a ti levemente. / Es mi única arma para no extinguirme, y con ella sé aguardar días mejores “.
   Miguel Ángel Real en los poemas de Virtudes de la inercia lanza al aire la moneda del amor para que muestre al vuelo sus dos caras; para que asuma que en la realidad la sombra tiene sitio y persiste fuerte; para que confirme también que hay pasos en el amor para el regreso. Poesía que hace de lo emotivo una razón común, que confía en el lenguaje para conceder a los sentimientos una dimensión de conocimiento y búsqueda, una continua aspiración a la luz, o como escribe con singular acierto Mónica Manrique de Lara: “una propuesta esperanzada hacia la dicha”.
 
JOSÉ LUIS MORANTE
 
 


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