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Al margen Fotografía de Javier Cabañero Valencia |
VIVIR AL MARGEN
Aunque desempeñe su labor comunicativa habitual o sea un asunto privado, la escritura
necesita un contexto previo, un encuadre
correcto que no desfigure sus bordes. Sin él la ternura se convierte en
erotismo y el erotismo simula ser pornografía. Su comprensión requiere, por
tanto, una mentalidad expandida para aceptar que los mensajes contienen
otras percepciones de la realidad; las palabras viven, están, emergieron desde el limo en un espacio y
tiempo concretos.
Valoro mucho la confianza, esa luz que oculta
la niebla, esas gotas frescas que alejan la sed.
El optimista es proclive a la grandilocuencia; cree que la amistad es
fuerte, como la raíz de una secuoya. Así que sufre un terrible efecto erosivo
en su ánimo cuando descubre que la reptante raíz que imaginaba es solo un hilo
suelto, el expandido temblor de una telaraña.
El tiempo desvela una paciente
labor de sondeo para alumbrar identidades, tramas y personajes que reconstruyen
con fidelidad nuestras relaciones sociales. En ellas, la soledad camina una
propuesta introspectiva, elegíaca e intimista.
El ahora se convierte en tiempo narrativo de una identidad incierta. Soy
una estela que pregunta con insistencia, en primera persona, al despertar de su
memoria por sus indicios sentimentales.
Los otros, esas islas cambiantes, con aproximaciones esporádicas.
(Al margen. Diario de verano)
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