TARDE CON SOMBRAS
La memoria perdida se refugia en dos sillas que esperan con quietud disciplinada en el salón. Allí duerme la siesta la luz de media tarde. En una de las sillas permanece invisible una cercana imagen de mi padre, callado y pensativo,
entre la niebla gris de su ceguera. En la otra, el cuerpo de mi madre mide la inercia
del alzheimer.
Encogida, en silencio, mi madre ya no sabe quién soy yo; sus manos tiemblan con el pulso
vencido de los años. Me acerco hasta su oído y siembro voces, pero nunca responde.
Nadie cuenta su vida a un tipo extraño que insiste en las caricias y evoca,
persistente, la imagen de otros días; que pregunta sin voz por este
sinsentido de una tarde con sombras.
Mi madre ya no sabe quién soy yo.
Conmovedor; terrible. Sus ecos estallan en mí -aunque no con tanta fiereza- cercanos. Hablo de una abuela.
ResponderEliminarUn abrazo, José Luis.
A veces la literatura es una catarsis necesaria, Luis Ángel, una estrategia contra el desaliento. Un abrazo.
EliminarDesgarrador.
ResponderEliminarSonrisa de ojos tristes (otra no procede) y bstos llenos de cariño.
La realidad nos muestra ese rostro feísta del óxido y la herrumbre. Somos tiempo, Dolores, solo tiempo. Un beso fuerte.
EliminarLa vida en su caminar hacia la muerte se va dejando cosas que quisiéramos eternas, como son la vista y la memoria, y en ese declinar de la existencia nos llega el dolor, a veces por nosotros mismos, otras, las más quizás, por los seres a los que queremos, que nos van dejando día a día sin saberlo. Un fuerte abrazo, amigo.
ResponderEliminarLa razón no comprende los meandros de la existencia, Jesús; sigo viendo a mis padres activos, fuertes, hechos a la lucha diaria de buscarnos un porvenir. Abrazos agradecidos.
EliminarTremendo apunte. Cuánta emoción contenida en tan pocas líneas. Besos
ResponderEliminarTambién la existencia nos muestra patios interiores en los que es bueno dejar que corra el aire, abrir las ventanas y orear para que sigan habitabitables. Gracias por tu mirada, querida Susana.
EliminarConmovedor, emocionado... Un saludo.
ResponderEliminarUn saludo cordial, y mi gratitud por dedicarme tu tiempo; el afecto del lector es siempre una razón para huir del frío. Abrazos y que tengas un feliz día.
Eliminar¿Qué decir? Un abrazo, José Luis.
ResponderEliminarNo pretendía crear patetismo de una situación concreta sino trazar una reflexión sobre la crueldad del tiempo y sus devastaciones. gracias amigo, por tu continuo estar.
Eliminartodo recuerdo, en lo profundo, es como la almendra, parece dulce, parece amarga, parece
ResponderEliminarsaludos
Yo creo que el recuerdo siempre es dulce porque forma parte de nuestro patrimonio afectivo; incluso el recuerdo de la tristeza ayuda a preservar la memoria de lo que siempre estará con nosotros. Un abrazo cordial.
EliminarDeja que lo digiera y ya te comentaré, sin palabras, sólo diré que es hermoso.Un abrazo.
ResponderEliminarLos hijos se van, los padres también y nosotros estamos en ese hilo de incertidumbre que nos hace vivir siempre encogidos. Un fuerte abrazo.
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