Poéticas del malestar Rafael Morales Barba (Ed.) Prólogo de Antonio Gamoneda Ediciones El Gallo de Oro, 2017 |
POÉTICAS DEL MALESTAR
El volumen Poéticas del malestar,
editado por Rafael Morales Barba (Madrid, 1958), tiene una apariencia didáctica
imponente. Sus seiscientas veinte páginas constatan un moroso quehacer. Dan fe
de la dedicación exhaustiva del profesor universitario frente al discurrir del cauce
poético contemporáneo. Es un campo de investigación al que ya se acercó en
las páginas críticas de Última poesía
española (1995-2005), La musa
funámbula y Poetas y poéticas para el
siglo XXI en España.
La obra incorpora un pórtico firmado por Antonio Gamoneda, donde insiste
–es una cuestión recurrente en el poeta leonés, como lo fue en José Ángel Valente-
en su no pertenencia a la Generación del 50 y en su alejamiento de las
componendas promocionales del Grupo de Barcelona, tan explicadas ya por las
memorias de Carlos Barral y José Manuel Caballero Bonald, o por las entrevistas
y escritos autobiográficos de Jaime Gil de Biedma. Queda claro, por enésima
vez, que respirar el contexto histórico del franquismo y el ambiente social y
cultural de aquel tiempo histórico no mimetiza rasgos ni hace del
gregarismo un refugio poético compartido. Es verdad; la manifiesta insularidad
creadora de las voces del medio siglo ha generado un magisterio expandido en el
tiempo que se dilata hasta la pradera digital y las últimas promociones
líricas.
Aunque Gamoneda defiende que la canonización comporta una quietud de la conciencia poética individual y un cierto desvanecimiento de la propia
personalidad. Sus recelos no son contrastados por el pie de página de la realidad literaria, según aseveran los
aportes de Jaime Gil de Biedma, Carlos Barral, Ángel González o José Manuel
Caballero Bonald, protagonistas de un legado singular y fortalecido por trazos
unipersonales.
Ya centrado en Poéticas del
malestar, muestra algunas disonancias ante el enfoque de Rafael Morales
Barba, a quien califica de imprevisible al abordar con simetría ecuánime a los
incluidos en su estudio y al etiquetar con límites desvaídos algunos
agrupamientos estéticos. Estas sombras no anulan la coda final positiva al
calificar este empeño clarificador del poeta y profesor universitario como un
trabajo crítico oportuno y necesario.
El libro en sí aporta una selección de poetas nacidos en torno a 1975,
cuyas obras iniciales vez la luz en la amanecida del 2000, pero ambos criterios
se emplean con una amplia libertad, ya que se incluyen autores nacidos en los
sesenta como Manuel Vilas, Miguel Ángel Curiel, Jordi Doce, Jorge Gimeno, Agustín
Fernández Mallo, y poetas que casi cierran la década siguiente como Luis Bagué
Quílez, Julio César Galán, Juan Andrés García Román, Guillermo López Gallego y Ana
Gorría, o que pertenecen a la década del ochenta, como Fruela Fernández y Pablo
López Carballo; todos coinciden en ser autores que publican en torno al 2000.
Casi todos los agrupados en Poéticas del malestar son nombres
presentes ya en otras antologías. Ejercen como autores representativos de una
época confrontada con el realismo; hacen de la fragmentación –entendida ésta
como estar al margen frente al discurso normalizado del todo- y la reticencia
escéptica ante la retórica de lo cotidiano actitudes estéticas de un estar heterogéneo,
que postula una diversidad de procedimientos en su resistencia y desazón.
Tras el análisis de contexto, el libro selecciona una amplia relación
nominal integrada por los más solventes solistas; de cada uno de ellos se
incorpora una sucinta biografía, un esquema estético del quehacer lírico y una
selección de poemas. En este apartado hay algunos aspectos disonantes; por
ejemplo los despistes ortográficos que afectan al apellido de Abraham Gragera,
al nombre de Josep M. Rodríguez o a los nombres literarios de José Antonio
Bernier o Luis Bagué Quílez; si el poeta firma de una manera su obra, hay que
testificarlo críticamente; del mismo modo, es conveniente que el estudio
estético de los elegidos tenga una similar extensión ya que se trata de una
obra colectiva y que los criterios de selección se cumplan: por ejemplo,
integrar en las poéticas del malestar a un poeta celebratorio parecería, cuanto
menos un gesto irónico.
Entre los vértices centrales del trabajo figuran Jorge Gimeno, Julieta
Valero y Manuel Vilas. Así lo manifiesta el crítico al dilatar el espacio
reflexivo y al resaltar su legado en varios momentos. Lo mismo sucede al
enfocar la obra de Abraham Gragera, con una dedicación intensa, ya expuesta en
las páginas de la revista Turia
Rafael Morales Barba acierta a definir, sin mapas asamblearios ni
componendas grupales, un conjunto de miradas de la periferia realista
imperante, en el que se conjugan algunos nexos comunes: insatisfacción frente a
un proyecto existencial global atestado de asimetrías, moderado irracionalismo
y cultivo del fragmento. Son los nombres que inician un nuevo siglo, que siguen
confiando en la capacidad precaria del poema para habitar misterios.
Hablé con Rafael Morales Barba para felicitarle por su laborioso trabajo y me comentó las duras circunstancias en las que corrigió las galeradas del libro. Así que solo queda constatar aquí su entrega reflexiva y su capacidad de trabajo, que son admirables.
ResponderEliminarPor otro lado, acabo de corregir por sugerencia de Josep M. Rodríguez el nombre del poeta catalán, que yo también puse mal en la reseña, acentuando María, un gesto habitual a los que no tenemos el privilegio de conocer los usos ortográficos del catalán. Mis disculpas de nuevo por el error...
Siempre necesarias tus reseñas, querido José Luis. Pertinentes señalamientos y con contexto, tan necesario para lectores de otras latitudes. Un abrazo
ResponderEliminarMuchas gracias por tus palabras, querida amiga, sabes muy bien que la poesía actual presenta tantos itinerarios que cualquier estudio cumple siempre una función didáctica. Este es muy completo y presenta tendencias singulares. Un fuerte abrazo hasta Venezuela, cuyo vitalismo creador siempre me interesa.
ResponderEliminarLos leeremos intentando el reencuentro.
ResponderEliminarCreo que es un libro necesario para abordar trayectorias no realistas, que aportan una identidad de búsqueda cognitiva. ya sabes, querido amigo, que después corresponde a cada crítico buscar las coordenadas de su particular enfoque... Aquí no hay objetividad ni dogmas sino puntos de vista. Un fuerte abrazo.
EliminarMuchas gracias, querido José Luis, me haré con ese libro. Muy interesante tu reseña, un abrazo.
ResponderEliminarUn gran abrazo, querida Isabel, ya es norma encontrar siempre en tus palabras el estar cercano de la amistad, así que en esa línea de siempre de conocer mejor el bosque literario para que crezca fuerte el árbol de la propia poesía, esta propuesta de Rafael Morales Barba es muy interesante. Un gran abrazo.
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