Ella Fotografía de Andrés Romarís |
Imprescindibles. Ellas.
De Malena recuerdo la sonrisa,
perdida en el trastero de los besos.
De Penélope, claro, las demoras
por esa indesmayable afición al ganchillo.
De Amanda la estadística
que racionalizaba los rechazos
y una balada dulce que compuso
el cantautor chileno Víctor Jara.
De Aldonza el mal aliento,
las caderas, el brazo campesino
y el suceso banal, siempre azaroso,
que empujó al buen Quijano
a convertirla un día en Dulcinea.
De Marta la metódica exigencia
de cobrar al contado cada noche
con la eficacia gris del prestamista.
La sórdida apariencia, las ojeras
y una aguja hipodérmica en el brazo
son dolorosos restos de una muerte
de cuyo nombre no quiero acordarme.
De María Kodama el laconismo,
y una dedicatoria insobornable
de aquel ciego inmortal, Jorge Luis Borges.
De Adela el aleph cómplice
que guarda a cada nombre el sitio justo.
Causas y efectos, Sevilla, 1997
Hermosísimo poema de amor. Redondo e instructivo.
ResponderEliminarUn abrazo,
Y hermosas palabras de afecto que llegan con tu voz con la alegría de saberte cerca y de intuir que nuestras formas de acercarnos a la poesía usan similares itinerarios. Abrazos, poeta.
EliminarLa literatura y sus personajes nos arropan con sus mantos, querido poeta, siempre. Hacerlos nuestros es una forma de encontrar la felicidad.
ResponderEliminarUn abrazo, José Luis, desde esta tarde lluviosa en Tierra de campos.
Es verdad, Luis Ángel, que la literatura proporciona personajes tangibles y cercanos. la vida también. Y los nombres propios de este homenaje prosiguen plenos, exultantes, propicios al amor y a la amistad. Abrazos.
EliminarEliminé, José Luis, el primer comentario por una errata ya resuelta en el segundo.
ResponderEliminarLas erratas siempre buscan su sitio en la literatura y no hay que preocuparse demasiado por su presencia. Son personajes secundarios, sin ningún peso en la acción principal. Un abrazo con sol desde Rivas; he ido hoy con mis alumnos a Uclés y Segóbriga y nos ha hecho una jornada de primavera. Pero a mí la lluvia me encanta. Un fuerte abrazo.
Eliminarrecuerdos de la lectura lúdica y siempre viva
ResponderEliminarsaludos
Gracias, querido Omar, siempre es un privilegio encontrar tus palabras y tus reflexiones a este lado del océano, donde ya es de noche y duerme en la ventana una luna con frío. Un saludo cordial.
EliminarGuardar el sitio justo para cada nombre, darle el lugar correspondiente, ahí estriba el secreto. La literatura es tan fantastica que nos muestra todo el conglomerado, todas las formas posibles, todos los nombres, toda la riqueza de la que nos alimentamos. Interesante poema de amor. Un abrazo
ResponderEliminarAsí es Carmela, cada nombre es un tiempo de sentimientos y reflexiones y hay que dejar a su recuerdo el sitio justo, el que le corresponde por habier fortalecido el estar en el tiempo. Gracias por tu continuo ánimo.
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