Solo inclasificable Efi Cubero Ediciones de la Isla de Siltolá Colección Poesía Sevilla, 2021 |
ACORDES
Fue Jorge Luis Borges, aquel argentino universal que concebía el paraíso
como una biblioteca, quien popularizó en uno de sus ensayos, una clave interpretativa
del profesor universitario, ensayista y crítico de arte Walter Pater
(1839-1894). Con lúcida capacidad intuitiva, Pater consignaba que todas las
artes aspiran a reunir los valores esenciales de la música, estrategia
expresiva que podemos interiorizar y comprender por su intenso efecto emotivo y
por la sonora materialidad, solo sometida a la forma. La cita, cuya traducción
literal, si se me permite la reiteración, es “Todo arte aspira constantemente a
llegar a la condición de la música” sirve de entrada al poemario Solo inclasificable con el que Efi
Cubero retorna a la palabra poética, tras su celebrado ensayo sobre arte Esencia (2019).
La escritora de Granja de Torrehermosa entiende la poesía como singularidad y búsqueda, ascua que alumbra itinerarios reflexivos y ahonda en la sensibilidad marcando sendas interpretativas. Así ha ido dejando en las espaldas del tiempo un mapa creativo que dispersa las entregas Fragmentos del exilio (1992), Altano (1995), Borrando márgenes (2004), La mirada en el limo (2005), Estados sucesivos (2008), Ultramar (2009); Condición del extraño (2013) y Punto de apoyo (2014), un caminar sin fracturas que ahora enriquece la intensa madurez de Solo inclasificable.
Efi Cubero acentúa la cercanía de ambas estéticas, música y poesía, organizando los espacios interiores del libro con términos de la teoría musical; los poemas se cobijan, tras una única composición prologal, en cinco apartados que mantienen una sostenida unidad armónica: “Acordes”, “Contrapunto”, “Allegro”, “Andante” y “Adagio”. De este modo, percibimos el hilo secreto de un único poema fragmentado, que alienta variaciones, exentas de artificio retórico, sobre los escenarios de la palabra. Cada fragmento aglutina las mutaciones del espíritu y los estratos de lo vivido y de lo no vivido.
El arranque “Solo” esboza un mensaje de intensidad y concisión emotiva, de postulación de una espera en vigilia: “Un solo se interpreta en el vacío / su ejecución te impedirá el reposo. / Aristas acusadas / en una dimensión extemporal, / abismo de absoluto / ascensión de fracaso. / Solo inclasificable”. Las palabras despliegan un paisaje interior que desvela y muestra la piel abierta de lo paradójico, la plenitud intacta del vacío que se resiste a la brújula analítica del pensamiento.
Las sensaciones conforman una amplia superficie en la conciencia. Son “Acordes” que impulsan el discurrir existencial. Su percibir establece un orden de estímulos que es necesario expresar; se crea una disposición a la palabra, un estar a la espera que busca instrumentos para dejar fuera emociones y respuestas desde la soledad y la extrañeza del sujeto verbal. Los versos se hacen voz apelativa, traspasan la piel, crecen como semilla germinal para incidir en lo trascendido: “Lo que no aspira a nombre ni frontera / enlaza lo distinto para unirse en un todo. / El solo indivisible que solo el alma entiende”.
Si la técnica del contrapunto pretende construir la apacible armonía entre voces, el apartado homónimo de Solo inclasificable recorre incertidumbres que entrelazan evocaciones, imágenes y mínimos enunciados reflexivos. En las composiciones se hacen accesibles las notas de una contemplación ensimismada donde la luz, ese afán continuo de claridad y transparencia, es refugio pautado que protege y salva, que concede sentido a la volátil sombra del tiempo.
El tramo central del libro emplea el aserto “Allegro” para hilvanar poemas que exploran sendas argumentales como la preocupación metaliteraria, presente en “Sílabas”, “Suma” y “Escritura”, y los sedimentos de la contingencia del entorno que es, siempre, un aula abierta para la lectura simbólica, como en los poemas “Vuelos”,“Limón”, ”Cal”, “Chimenea” o “Pentagrama” que definen una manera de mirar el mundo llena de iluminada lucidez y pleno acierto expresivo.
“Andante” comienza con el despojamiento de la brevedad aforística y el esquema versal del haiku: “La incertidumbre / es mirar más adentro / sin encontrarnos”. Ese tono reflexivo se mantiene, argumentando una fragmentada meditación sobre el discurrir. El sujeto lírico hace de la soledad un camino propio, un tantear continuo en la profundidad, con una entrega ajena a otras inclinaciones. Lo que importa está dentro, lejos del discurso instituido y el caminar gregario de lo impuesto. El poema “Erosión” nos deja una maravillosa poética existencial: “Con limpios manantiales / se consigue la esencia. / Hay que obrar como el agua, / también por erosión, / sedimentando” y resaltan también otras composiciones cuya atmósfera argumental recrea itinerarios cumplidos, como “Desenfocado”, donde la trama urbana de Londres se convierte en arquetipo, abstracción y espacio simultáneo de pasado y presente.
La quinta y última sección “Adagio” mantiene la misma fuerza expresiva, plena de evocación. La realidad diaria se muestra hecha de contraluces, siempre frágil frente a lo inesperado; existir es sumar pasos inciertos y preservar dentro los mejores recuerdos. Aquellos que no se pueden compartir con nadie porque son caligrafía a solas de la felicidad, llama en la ausencia, rescate y senda de un regreso imposible: ”Es lo confesional que inclina a la pureza / de un algo inextinguible que elige sus principios / esta noche de lluvia donde convoco al sol”. El rumor elegíaco de la ausencia impulsa composiciones de fuerte calado sentimental; la voz de quien no está se retiene con la convicción de una vivencia permanente en “Fotografías”, “Sol”, “Partida” o “Soledad”: “Hallar el corazón / del acontecimiento, / descorrer las cortinas, / reivindicar el hecho / de que sigues aquí. / Para eludir la muerte / atestiguar la vida”.
En el fluir lírico de Solo inclasificable asoma, viva y plena, la íntima filiación reflexiva de la madurez. La voz se hace puente sólido entre fugacidad y permanencia para resistir la pautada incertidumbre de lo diario. El poema se deshoja para ser lección de vida y elegía, escindido horizonte de la realidad que busca desvelar la música callada de silencio, el sumergido perfil de la belleza.
La escritora de Granja de Torrehermosa entiende la poesía como singularidad y búsqueda, ascua que alumbra itinerarios reflexivos y ahonda en la sensibilidad marcando sendas interpretativas. Así ha ido dejando en las espaldas del tiempo un mapa creativo que dispersa las entregas Fragmentos del exilio (1992), Altano (1995), Borrando márgenes (2004), La mirada en el limo (2005), Estados sucesivos (2008), Ultramar (2009); Condición del extraño (2013) y Punto de apoyo (2014), un caminar sin fracturas que ahora enriquece la intensa madurez de Solo inclasificable.
Efi Cubero acentúa la cercanía de ambas estéticas, música y poesía, organizando los espacios interiores del libro con términos de la teoría musical; los poemas se cobijan, tras una única composición prologal, en cinco apartados que mantienen una sostenida unidad armónica: “Acordes”, “Contrapunto”, “Allegro”, “Andante” y “Adagio”. De este modo, percibimos el hilo secreto de un único poema fragmentado, que alienta variaciones, exentas de artificio retórico, sobre los escenarios de la palabra. Cada fragmento aglutina las mutaciones del espíritu y los estratos de lo vivido y de lo no vivido.
El arranque “Solo” esboza un mensaje de intensidad y concisión emotiva, de postulación de una espera en vigilia: “Un solo se interpreta en el vacío / su ejecución te impedirá el reposo. / Aristas acusadas / en una dimensión extemporal, / abismo de absoluto / ascensión de fracaso. / Solo inclasificable”. Las palabras despliegan un paisaje interior que desvela y muestra la piel abierta de lo paradójico, la plenitud intacta del vacío que se resiste a la brújula analítica del pensamiento.
Las sensaciones conforman una amplia superficie en la conciencia. Son “Acordes” que impulsan el discurrir existencial. Su percibir establece un orden de estímulos que es necesario expresar; se crea una disposición a la palabra, un estar a la espera que busca instrumentos para dejar fuera emociones y respuestas desde la soledad y la extrañeza del sujeto verbal. Los versos se hacen voz apelativa, traspasan la piel, crecen como semilla germinal para incidir en lo trascendido: “Lo que no aspira a nombre ni frontera / enlaza lo distinto para unirse en un todo. / El solo indivisible que solo el alma entiende”.
Si la técnica del contrapunto pretende construir la apacible armonía entre voces, el apartado homónimo de Solo inclasificable recorre incertidumbres que entrelazan evocaciones, imágenes y mínimos enunciados reflexivos. En las composiciones se hacen accesibles las notas de una contemplación ensimismada donde la luz, ese afán continuo de claridad y transparencia, es refugio pautado que protege y salva, que concede sentido a la volátil sombra del tiempo.
El tramo central del libro emplea el aserto “Allegro” para hilvanar poemas que exploran sendas argumentales como la preocupación metaliteraria, presente en “Sílabas”, “Suma” y “Escritura”, y los sedimentos de la contingencia del entorno que es, siempre, un aula abierta para la lectura simbólica, como en los poemas “Vuelos”,“Limón”, ”Cal”, “Chimenea” o “Pentagrama” que definen una manera de mirar el mundo llena de iluminada lucidez y pleno acierto expresivo.
“Andante” comienza con el despojamiento de la brevedad aforística y el esquema versal del haiku: “La incertidumbre / es mirar más adentro / sin encontrarnos”. Ese tono reflexivo se mantiene, argumentando una fragmentada meditación sobre el discurrir. El sujeto lírico hace de la soledad un camino propio, un tantear continuo en la profundidad, con una entrega ajena a otras inclinaciones. Lo que importa está dentro, lejos del discurso instituido y el caminar gregario de lo impuesto. El poema “Erosión” nos deja una maravillosa poética existencial: “Con limpios manantiales / se consigue la esencia. / Hay que obrar como el agua, / también por erosión, / sedimentando” y resaltan también otras composiciones cuya atmósfera argumental recrea itinerarios cumplidos, como “Desenfocado”, donde la trama urbana de Londres se convierte en arquetipo, abstracción y espacio simultáneo de pasado y presente.
La quinta y última sección “Adagio” mantiene la misma fuerza expresiva, plena de evocación. La realidad diaria se muestra hecha de contraluces, siempre frágil frente a lo inesperado; existir es sumar pasos inciertos y preservar dentro los mejores recuerdos. Aquellos que no se pueden compartir con nadie porque son caligrafía a solas de la felicidad, llama en la ausencia, rescate y senda de un regreso imposible: ”Es lo confesional que inclina a la pureza / de un algo inextinguible que elige sus principios / esta noche de lluvia donde convoco al sol”. El rumor elegíaco de la ausencia impulsa composiciones de fuerte calado sentimental; la voz de quien no está se retiene con la convicción de una vivencia permanente en “Fotografías”, “Sol”, “Partida” o “Soledad”: “Hallar el corazón / del acontecimiento, / descorrer las cortinas, / reivindicar el hecho / de que sigues aquí. / Para eludir la muerte / atestiguar la vida”.
En el fluir lírico de Solo inclasificable asoma, viva y plena, la íntima filiación reflexiva de la madurez. La voz se hace puente sólido entre fugacidad y permanencia para resistir la pautada incertidumbre de lo diario. El poema se deshoja para ser lección de vida y elegía, escindido horizonte de la realidad que busca desvelar la música callada de silencio, el sumergido perfil de la belleza.
JOSÉ LUIS MORANTE
Maravillosa reseña. Magnífico libro. Gran poeta nuestra querida Efi. Gracias por estas palabras escritas, José Luis. Un abrazo grande.
ResponderEliminarQuerido Faustino, el libro "Solo inclasificable" es una construcción de alta calidad; deja la sensación de encontrarnos ante una obra mayor, meditada, fuerte en su cimentación formal. Así que su lectura es obligatoria. Muchas gracias por tu amistad.
EliminarPronto tendré ese hermoso libro. Estoy segura de que nuestra querida Efi Cubero no merece menos de lo que aquí dices. Es una sensación de paz y alegría al mismo tiempo. Tus palabras así me lo hacen sentir.
ResponderEliminarUn abrazo.
Querida Pepi, hace muchos años que conozco la obra lírica de Efi Cubero, y conforma un espacio de plenitud y exigencia estética. "Solo inclasificable" es un libro intenso, de plena madurez, concebido con admirable rigor; te encantará. Muy agradecido siempre por tu complicidad lectora.
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