Turia (Revista cultural) Nº 128, Noviembre 2018-Febrero 2019 Director: Raúl Carlos Maicas Edita: Instituto de estudios Turolenses DIPUTACIÓN PROVINCIAL DE TERUEL |
TREINTA Y CINCO AÑOS DE CULTURA
La revista Turia cumple
treinta y cinco años. Un milagro laico. Un insólito ejemplo de longevidad en un
tiempo de claro retroceso de la edición de revistas en papel. Digo insólito
porque la revista mantiene un vitalismo creador absoluto y sigue siendo un
espacio de encuentro cultural en el que se dan cita los mejores creadores
contemporáneos.
Para celebrar la efemérides el nº 128 de Turia deja en su nómina a colaboradores como Javier Marías,
Fernando Valls, Gemma Pellicer, José María Pozuelo Yvancos y Teodosio
Fernández. Todos impulsan el corolario reflexivo de las primeras páginas con
ensayos breves de varia intención, desde el mínimo de Marías, dedicado al más
conocido soneto de Quevedo, hasta la extensa glosa sobre el trayecto biográfico
de Pilar Gómez Bedate, fallecida en agosto de 2017, tras una intensa vida
literaria, en compañía de Ángel Crespo.
En el taller en prosa están Enrique Vila-Matas, que anticipa fragmentos
del nuevo libro titulado Figuras de
infinito, de próxima aparición, Soledad Puétolas, András Forgách, José
María Conget, Manuel Hidalgo y Sergio del Molino, que nos deja apuntes de un
diario de verano. Cierran la sección Mónica Zgustová, con “El vaso de Goya”,
tres fragmentos de una novela inédita, Joaquín Berges y Elifio Félix de Vargas,
con “Impostor”, una propuesta repleta de ironía.
Especialmente atinado en este número resulta el escaparate poético. En
él conviven Circe Maia, Pilar Gómez Bedate, Luis Alberto de Cuenca, Luis García
Montero, Clara Janés, Manuel Vilas, Francisco Ferrer Lerin y otras voces que
refrendan el vitalismo lírico del ahora.
Antonio Tabucchi, en la sección de Pensamiento, sondea la aportación al arte de Pedro
Almodóvar en una amplia mirada fragmentaria que titula “Veinte fotogramas para
Pedro Almodóvar”. En el mismo bloque, Jesús Briones Delgado aporta claves
interpretativas sobre la era digital y la sociedad tecnológica; sondea el
impacto de internet en nuestro entorno.
El cuaderno central está dedicado a Víctor Mira, un heterodoxo
inconformista que hizo de la creación un árbol múltiple: pintor, escultor,
dibujante, fotógrafo, escritor y artista gráfico, practicó un nomadismo
continuo en un quehacer siempre abierto a la experimentación y al estar
insumiso y descentrado: “Al aumentar mi desarraigo me fui quedando cada vez más
libre y cada vez más solo”.
Si la escritura propicia siempre un diálogo, esta entrega de Turia contiene dos diálogos de plena
vigencia. Son sus protagonistas Fernando Aramburu, el autor de Patria, y el poeta y narrador Manuel Vila,
quien ha conseguido con la biografía ficcional de Ordesa un impacto popular excelente. Pero, más allá de la
contingencia del éxito, ambos autores protagonizan un trayecto sólido y
dilatado en el discurrir, lo que establece profundidad y distancia en su
mirada.
No faltan las coordenadas referenciales de la revista como “La isla”, el
diario de Raíl Carlos Maícas, alma mater de
la publicación, los cuadernos turolenses, necesario enfoque de una revista que
hace de lo local un mínimo fragmento para trascender el ámbito localista, y “la
Torre de Babel”, que deja un abrumador balance crítico de las novedades
literarias del año.
Los números de Turia sugieren
un plan metódico de lectura. No están hechos desde el paso fugaz y a vuelapluma
de la actualidad literaria, sino desde el rigor universitario y desde el sondeo
del especialista, aunque nunca lastrado por la erudición. Son material de
biblioteca que invita al regreso, a convertir su contenido en materia de
aprendizaje. Así que dejo sitio a este número que conmemora treinta y cinco
años de vida cultural. Son muchos años; hay que tender la mano y dar las
gracias.
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